jueves, 16 de junio de 2016

Principios para una investigación psicoanalítica de las Neurosis Traumáticas y de Guerra, el estrés postraumático.


El Trauma en Freud

1. Definición general del concepto de Trauma en Freud:

Freud definirá el trauma de manera muy genera como: “… un encuentro con un peligro real, en el cual el sujeto se ve confrontado o tomado por una excitación a la vez insoportable e intratable…”, es pues, un exceso de excitación para el aparato psíquico imposible de ser canalizado o tramitado por las vías idóneas de descarga, es decir, es difícil que el aparato logre hacer algo con ese exceso de excitación, de tal manera que se pueda evitar el displacer que este encuentro con el peligro real genera.

Debe recordarse que para Freud el aparato psíquico tiene como ley el principio del placer, es decir, la evitación de cualquier tipo de displacer; el displacer es generado por toda excitación que no pueda ser tramitada idóneamente para ser descargada y que así pueda salir del sistema. No existe la búsqueda del placer por el placer, lo que se encuentra es que está búsqueda de descarga como tal no es más que los rodeos para evitar el displacer en sí mismo. En este sentido, la ley fundamental del aparato psíquico es mantenerse lo más estable posible bajo el principio de constancia, no es propiamente lo que se nombra como homeostasis, ya que cualquier experiencia nueva deja sus huellas en el aparato psíquico, una vez un sistema es alterado no puede volver a su estado inicial y debe recurrir y/o construir nuevos recursos para afrontar lo nuevo, el sobresalto, el absurdo y el sin sentido para lo que no está preparado. En este desarrollo es que se establecen los recursos idóneos para hacer frente a cualquier excitación, el paso del proceso primario de pensamiento al proceso secundario, la posibilidad de ligar la experiencia para tramitarla por vías del significante y las vicisitudes de la representación.

Ahora bien, esta definición no expresa la causa del displacer en el exceso, o es algo que viene de fuera, o es algo que bien de dentro, en todo caso excitación intolerable que confronta al sujeto con su desamparo para afrontar la experiencia que se le presenta, lo confronta con ese desvalimiento original de la criatura humana frente a lo real de los hechos. Por esto es que esta confrontación real por lo general implica un peligro de muerte, pero sobre todo, un sinsentido, una nada, un vacío. (La emergencia de la angustia)

Todo este proceso muestra tres cosas: primero, que sea la angustia, como reacción a eso imposible de tramitar, el afecto que genera el peligro real, es decir, como aquello que no tiene posibilidad de ser traducido, por ejemplo, en palabras en un primer momento (el shock). Entiéndase que la angustia no solo remite a una reacción física de alarma-ataque-protección de tipo biológico-evolutivo, sino también, a que surge sobre todo cuando algo desborda cualquier tipo de definición objetiva, de representación. La angustia es subjetiva en este caso. Segundo, determina que un evento traumático sea relativo al nivel de tolerancia subjetiva, es decir, que un evento o hecho traumático será siempre eminentemente subjetivo, lo que explica por qué algo que trauma a un sujeto no trauma a otro. Y tercero, la reacción, la respuesta del sujeto frente al peligro real estará determinada por su estructura, y por supuesto será subjetiva.


2. Tipos de traumas

En Freud podrían aislarse dos tipos generales de traumas:

2.1. Trauma original:

No es el trauma de nacimiento de Otto Rank; para Freud el trauma original es el encuentro del sujeto a destiempo con su sexualidad. La sexualidad será traumática, ya que el sujeto infante, el niño, no pose las herramientas simbólicas para afrontas los excesos que comporta el goce de la sexualidad, es el niño perverso polimorfo de las pulsiones parciales. Así, lo traumático implica el encuentro con las pulsiones y el goce que ellas comportan, y la necesidad de que exista un Otro, afuera, que auxilie en su tramitación, que permita su descarga. Es la relación Necesidad-Pulsión-Otro, por lo que el sujeto se verá en la tarea de reprimir el acontecimiento y en muchas ocasiones articular un síntoma (Ejemplo, la fobia de Hans (Juanito)).

Será gracias a la represión y a los principios del placer y la realidad, lo que permitirán al sujeto que no se desborde el empuje pulsional, pero, esto sólo se da en el circuito que se establece con un Otro, es decir, la necesidad del infante, de la que parte la pulsión, debe ser interpretada por este Otro. Así, en el desarrollo de la criatura humana en la relación con el mundo: los padres, la familia, la sociedad y la cultura (el Otro), es que se establecen las distintas represiones de la pulsión, los destinos pulsionales estarán cifrados y signados por estas relaciones, a partir de las experiencias del sujeto con el mundo y el lenguaje, es pues, el inconsciente estructurado como un lenguaje.

Por todo esto es que para Lacan este trauma original implica a su vez un encuentro particular con lo simbólico que divide al sujeto. El lenguaje es en parte traumático también. Tiene que ver con el asesinato de la cosa que implica el orden del significante, y por ello, a las renuncias pulsionales que asume el sujeto por vías de los juegos de lenguaje; lo que le permite en último término acceder al mundo, para entrar en el mundo del lenguaje se necesita del símbolo, y lo que es necesario para la represión, y para trazar así los destinos pulsionales del sujeto, la articulación de su fantasma y su síntoma.

Ecuación: “Todos traumados” = Afectados por el deseo y el goce del otro

2.2. Neurosis Traumática:

Es aquella neurosis atribuida a un evento o hecho exterior al sujeto donde se ve enfrentado a un peligro de muerte; está en juego en éste hecho una sobre-excitación para el aparato psíquico, y el advenimiento de la angustia concomitante por la falta o la falla de los recursos necesarios e idóneos para tramitar el evento, lo que implica el enfrentamiento del sujeto con su desamparo y su indefensión. (Neurosis de Angustia)

Este trauma en particular tiene la característica de no remitir necesariamente a un orden sexual, solo los traumas de éste tipo como la violación, suman la indefensión más lo sexual. El resto de neurosis traumáticas más generales implican los accidentes y las guerras. Por esto es que el modelo de las neurosis de guerra se ve directamente confrontado con la pulsión de muerte, más que con la de vida. Recordemos por esto de paso, que para el mismo Freud no era extraño encontrar que el desencadenante más común de las neurosis de guerra propiamente dichas, implicaba el enfrentamiento del sujeto con la muerte de manera muy directa y la muerte de personas a su alrededor en el hecho traumático, así como en los accidentes. Y de cómo, muchas de las neurosis histéricas, obsesivas y demás, podían desencadenarse sobre hechos traumáticos o por muertes de personas cercanas al sujeto.

He ahí pues los componentes de la muerte y el del peligro real.

Así, dentro de esta neurosis tenemos una división interna:

- Las Neurosis de guerra: “son aquellas posibilitadas o favorecidas por un conflicto yoico…, el conflicto surge entre el antiguo yo pacifico del soldado y su nuevo yo guerrero, agudizándose en el instante en que el yo pacifico ve claramente el peligro de muerte en el que lo ponen las aventuras de su nuevo “doble” parasitario… podría decirse que el antiguo yo se protege contra el peligro de muerte mediante la fuga hacia la neurosis traumática, rechazando el nuevo yo considerándolo peligroso para su vida”. Esto explica la neurosis de deserción del soldado. Pero también explica las secuelas de ciertos actos en la guerra que luego generan culpa, miedo, pesadillas, como en el estrés postraumático de guerra y sus distintas formas.

- Las Neurosis atribuidas a sustos o accidentes graves: son aquellas que no tienen relación con un conflicto yoico como tal, sin embargo, lo que se ve implicado en estas es la relación con la libido yoica, es decir, el yo sobre el que se dirige toda la energía en su dimensión narcisista se ve empobrecido, incapaz e inepto para enfrentar y afrontar esa nueva eventualidad peligrosa, poniendo así en peligro el narcisismo necesario para mantener en equilibrio la libido dirigida a los objetos; por esto, es que se presenta muchas veces en esta neurosis traumática, un empobrecimiento de las relaciones con el exterior y con los objetos, que implican la recuperación de la libido narcisista. (Neurosis actuales/Neurosis de Angustia)

Este último orden de fenómenos explicarían muchos de los síntomas de empobrecimiento del yo: deterioro de la autoestima, desvalorización subjetiva, tristeza, ansiedad, inseguridad, etc. Elementos del carácter que no se verían afectados si los niveles de libido estuvieran idealmente repartidos entre la propia persona y los demás que le rodean; es el replegamiento defensivo del sujeto en la depresión y el encierro, que acompañan seguidamente a un evento traumático.

Podría hipotetizarse a esta altura, que podrían existir Neurosis mixtas de tipo traumático, es decir, que impliquen los dos elementos expuesto para cada uno de los subtipos antes mencionados. 


3. Con Lacan:

Se entiende el trauma como la huella mnémica de un acontecimiento no integrado al sistema verbalizado del sujeto, lo que no alcanza la significación; esto no quiere decir que el sujeto no pueda verbalizar el acontecimiento, sino que hay algo en la experiencia que se muestra refractario y no se inscribe en el orden simbólico. Así, cuando un sujeto sufre un acto violento la escena queda acuñada como acontecimiento potencialmente traumático. La escena no es integrada al sistema verbalizado del sujeto, ni siquiera alcanza a la verbalización, ni tampoco a la significación[1].

Esa acuñación estrictamente ligada al dominio de lo imaginario resurge en la medida en la que el sujeto avanza en su medio simbólico. El trauma interviene a posteriori, algo se desprende del sujeto en el mundo simbólico integrado, dejando de ser algo del sujeto, y éste ya no hablará más de ello, ya no lo integrará (lo Real del Trauma). No obstante esto permanece ahí, en alguna parte, hablando, recordándose en acto a través de algo que el sujeto no domina, en sus sueños y pesadillas, en sus síntomas y su padecimiento.

El supuesto hipotético que nos orienta, es el hecho que, la eficiencia del trauma reproduce la violencia. El trauma hace irrupción en el aparato psíquico desbordando sus posibilidades de lazo, produciendo un agujero en el plano simbólico que trae como efecto primero el de terror inasimilable psíquicamente, que deja estupefacto al sujeto; y segundo, la tentativa de asimilar subjetivamente lo real traumático transformándolo en historia a través de la puesta en acto de un escenario fantasmático.

El sujeto busca dar un sentido a lo real traumático, lo cual, paradójicamente sirve para eternizar el trauma. “El trauma deviene una nueva identidad, un segundo nacimiento. La historia anterior se borra. El sujeto, atrapado en un efecto de fascinación, goza paradójicamente del trauma. Todo sucede como si el sujeto viniera a fijarse a su fantasma por efecto del trauma” (Ibid).

Freud (1889) en la carta 52 dirigida a Fliess plantea que, si un acontecimiento al ser recordado genera más displacer que en el instante de haberse vivido, es porque se ha constituido en un trauma psíquico. Es un indicador, nos dice él, de la falta de traducción del acontecimiento inscrito en la huella mnémica, lo que le permitiría, no solo pasar al sistema de verbalización preconsciente, sino buscar por esta vía, su descarga, su trámite, para que así, el hecho deje de ser traumático. Es esto lo que no parece suceder en todos los casos, y lo que podría hallarse en muchos de los diagnósticos de estrés post-traumatico (de guerra).

El acontecimiento violento y traumático se constituye en una marca, una hiancia que afecta al lazo social. Entendiendo este lazo como la manera como cada sujeto inscribe su goce en lo social, en un vínculo con el otro. Suponiendo que éste lazo se ve afectado a partir del trauma, puesto que, la relación al discurso, otra forma de nombrar el lazo social que ofrece la cultura como un modo de tratar o localizar lo real (Goce); es interrumpido por el trauma y el sujeto debe inscribirlo al precio de su enfermedad, constituyendo sus síntomas.

Desde los aportes teóricos y prácticos del psicoanálisis contamos con una teoría del trauma que sostiene que los eventos traumáticos “programan al sujeto”[2]; y de cómo, el trabajo de la historización permite al sujeto ir contra el movimiento des-subjetivante del trauma, ya que por este medio pueda lograr volver a ser autor de su porvenir, más allá de los efectos traumáticos sufridos.

4. La Responsabilidad subjetiva

¿Por qué tantos traumatismos hoy?, las causas no se han multiplicado, son las mismas desde siempre, los accidentes y contingencias de la vida y la existencia, y sumemos las guerras. Y además, los recursos que los seres humanos tenemos para hacerle frente a esto no han desaparecido, la religión, la política, la economía, etc., es decir, los discursos. Lo que sí parece es que estos discursos se han empobrecido, o por lo menos no sostienen a todos en la manera en que tramitamos y soportamos los traumatismos de la vida en sociedad.

Freud siempre sostuvo que lo que más daño hace al ser humano son las relaciones interpersonales, es decir los humanos mismos; y en gran medida, por esto mismo es que le comunico a Einstein que la única  salida posible para la guerra frente a su inminencia, era hacer Cultura, en ese sentido romántico racionalista en la que ellos la concebía, como la más grande obra de la humanidad, de su razón y se sensibilidad, la única manera de hacerle frente a la pulsión de muerte, y a la erótica en sus desbordes tanáticos.

Así, partiendo de lo expuesto por el psicoanálisis en su amplia definición del trauma, se implica definitivamente la responsabilidad del sujeto en lo que le sucede y lo que hace con lo que le sucede, la significación de sus experiencias; por ello, se opone en gran medida a cierta postura con respecto al trauma, en tanto no hay sujetos estándar, no existirán traumas estándar, no habría secuelas estándar y no habrá, por tanto, cura estándar; sobre todo, si se tiene en cuenta que no todos los sujetos tienen la misma predisposición estructural para afrontar el traumatismo.

Esto implica que, para que el trauma como tal exista, es necesario contar con la participación subjetiva. Tomemos el trauma de esta manera en dos tiempos lógicos:

1)      La exposición del sujeto al evento o hecho traumático:
El sujeto en este nivel de la experiencia es evidentemente inocente de lo que le pase, no tiene ni los recursos, ni las posibilidades de afrontar eso traumático que lo violenta en su ser y desborda sus recursos psíquicos.

2)      Las secuelas:
Es el nivel de la responsabilidad del sujeto en las maneras de afrontar eso traumático que desbordó sus recursos psíquicos y sus recursos significantes; son las repercusiones subjetivas del evento, pero sumadas a las acciones que el sujeto ha asumido para hacer frente a lo traumático y a la angustia; es la manera en que el sujeto lo toma y lo asume. Este paso implica una construcción significante subjetiva de los hechos traumáticos, una re-significación del trauma.

Y como en un juego de ajedrez, sabemos el principio y el final, lo que desconocemos es la elaboración y las construcciones que se despliegan en el juego defensivo del sujeto, los despliegues significantes del sinthome frente al trauma. "O el mito, o el  trauma" como dice Roland Barthes.


(Texto borrador. 06/16/2016. Andrés Felipe Palacio Pérez)



[1] MEJÍA. C. Y ANSERMET. F. Traumatisme et langage.
[2] MILLER Jacques Alain. El programa del psicoanálisis, Tomado de la Revista Hilo N° 3 Ed. Asociación del Campo Freudiano de Colombia, Colombia, Agosto Septiembre de 1998 Pág. 2-19